Las ruinas de un imperio como renacimiento y auge de otro, este de índole musical. La civilización del rock mundial comenzó a temblar sobre sus cimientos cuando a mediados de los 60 el underground londinense se agitaba con bandas que intentaban remar contra la corriente beat que parecía cubrir de pop todo el territorio británico. Allí se plantó la semilla de una banda que unos años después alcanzaría la gloria con una colección de discos sublimes, representados en una imagen icónica, la del triángulo atravesado por un arcoiris psicodélico que sirvió de portada para "The dark side of the moon", editado en 1973, cuando el bajista Roger Waters y el guitarrista David Gilmour, uno de los mayores virtuosos de la historia del rock, tomaron las riendas de un proyecto que se balanceó demasiadas veces en la cuerda floja a la que la arrojó la paranoia de su fundador Syd Barrett, convertido en sombra de sí mismo y víctima de sus propias alucinaciones, que hicieron que sus compañeros lo bajaran del barco para siempre. A partir de ese momento, comenzaría su período más esplendoroso con fantásticos trabajos como "Wish you were here" (1975) o "The wall" (1979), que sirvió de simbólico cierre al viejo capitalismo representado por el muro de Berlín.
Sin embargo, de todos los grandes momentos que Pink Floyd nos legaron, uno que permanece fiel en nuestra retina desde que visionamos la primera edición es ese que muestra a los cuatro miembros de la banda -el teclista Rick Wright y el batería Nick Mason, aún en activo, completan la alineación- en medio de las ruinas del antiguo Anfiteatro de Pompeya, donde montaron un impresionante dispositivo logístico de imagen y sonido para grabar una actuación histórica en la que destacan las largas e impresionantes interpretaciones de "Echoes" y "One of these days", ejemplos de que el marco elegido para la grabación, pese a su desértico aspecto, no les venía nada grande. Aunque posteriormente viajarían a Francia para editar, aumentar lo filmado en tierras italianas y publicarlo dos años después, queda un documento único, dirigido por Adrian Maben y exhibido en salas cinematográficas que no llegaría a España hasta 2003, cuando por fin vio la luz en formato DVD con imágenes adicionales del grupo grabando en los míticos estudios Abbey Road.
Aquí les dejo la versión íntegra con el montaje del director, y si pinchan en la imagen verán un concierto grabado en Venecia en 1989, tal vez durante su época más grandilocuente. Dos marcos bien diferenciados para una misma fotografía: una parte importantísima de la mejor música del siglo XX.
JJ Stone